Quiero agradecer, en primer lugar, la presencia en el acto de inauguración del busto a nuestro presidente fundador, a cuantos han querido estar aquí, en este pequeño homenaje a Pepe Rodríguez de Medina.
Homenaje merecido como pocos. Pepe fue hasta su prematura muerte, el alma de lo que hoy es la realidad de UPACE. A su incansable tesón, al trabajo inmenso que dedicó a nuestra institución, a la inteligencia de quien siempre tuvo claro hacia dónde y de qué modo debía de encaminarse una obra tan ardua y complicada como esta, debemos gran parte de lo que ahora somos.
Él estuvo siempre ahí. Desde los primeros pasos a la Asociación consolidada en la que ahora estamos. Le recordamos siempre esperanzado, sereno en los momentos duros, capaz de ver lo que los demás no sabíamos ver.
Entregado a la causa, se recorrió España –Magdalena nos podría contar mil historias– buscando esquemas de organización modernos que el trasladó aquí, a su UPACE, convirtiéndolo en un proyecto avanzado e innovador, dotado de las mejores técnicas, pensado para atender a los paralíticos cerebrales desde la cuna hasta su vejez. Su integración en los órganos nacionales de gestión de la parálisis cerebral le ofrecieron también una amplitud de miras de la que acabamos aprovechándonos todos. La puesta en marcha de los Centros Especiales de Empleo, la dedicación constante a la Atención Temprana, la apertura y dotación de Aulas Educativas, la creación y puesta en funcionamiento de la Residencia de gravemente afectados y de pisos tutelados, la racionalización de los esquemas jurídicos en los que sustentar nuestra realidad, con la consiguiente constitución de una Fundación, y tantas cosas más fueron posibles por su visión inteligente y pragmática del futuro, por el enorme bagaje adquirido por él tras visitar numerosas instituciones hermanas y por su empeño en colocarnos a la cabeza en el tratamiento de una patología tan complicada y poliédrica como la parálisis cerebral.
No es casual que hayamos querido situar su busto en la entrada misma de nuestra casa. De una parte, para que quien se incorpore hoy a nuestra labor, sepa el nombre y conozca el rostro de quien fue protagonista destacado en el hecho de hacerla posible. De otra, para que nos sirva de constante ejemplo de perseverancia, ecuanimidad y eficacia. En esa mirada perspicaz que la escultora ha sabido magistralmente reflejar, se esconde el talento mismo de Pepe, su capacidad de anticiparse al futuro, de proyectar y realizar lo que para otros siempre serán sólo ilusiones.
También, si se fijan, aparece su sonrisa especialísima y socarrona, ese capote que Pepe utilizaba con maestría para lidiar los toros más difíciles. Dueño de una fina ironía, conversador infatigable, negociador incansable, muchas veces, con esas armas, consiguió lo que parecía imposible.
Gracias a su talante, esta casa siempre estuvo abierta, y así se mantiene, a cuantos, tengan las ideas políticas que tengan, se acerquen aquí con la voluntad de ayudar. No me equivoco si digo que su agradecimiento y el nuestro se extiende a todos los colores, unidos por un fin común: el de mejorar las condiciones de unas personas que nos necesitan. Eso Pepe siempre lo tuvo presente y lo implantó y ejerció como un principio inderogable de nuestra política institucional. La política social ha de tener mucho más de social que de política. Nosotros hemos tenido la fortuna de encontrarnos con responsables políticos de una enorme generosidad y de una calidad humana excepcional. De todos conservamos la memoria de su implicación, comprensión y ayuda.
En fin, podría contar miles de anécdotas que reflejan su carácter y su férrea personalidad. No es el caso. Basta con mirar lo que hay y hacemos aquí para comprender el valor de su obra, el liderazgo con el que supo encabezar el esfuerzo de unos padres que tenían el sueño de ver a sus hijos atendidos de la mejor forma.
Cuando Pepe se fue, se fue también una parte del alma de UPACE. Ésa que latía en los inicios llena de esperanzas. Él llegó a ver la obra desarrollada. Él sabe que la dejó en manos capaces. Él, supongo, estará hoy contemplando este su homenaje con satisfacción y orgullo.
Termino expresando mi deseo de que jamás traicionemos lo que, entre todos y con don José Rodríguez de Medina a la cabeza, fuimos construyendo sobre bases sólidas. Un lugar en el que nuestros hijos encuentran ayuda, cariño y luz para hacer su vida menos gravosa.
Va por ti, Pepe, nuestro eterno Presidente, el hombre que tuvo un sueño y supo hacerlo realidad.
Nada más y de nuevo gracias a todos.
Rafael Padilla González
Jerez de la Frontera, a dos de marzo de 2023.